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sábado, 16 de noviembre de 2013

Martiniano Molina: Antes enseñaba a cocinar, hoy enseña a alimentarnos

Abandonó las cámaras y los micrófonos para tener un mayor contacto con la tierra, ahora Martiniano lleva una vida más natural y de una forma más sustentable, una vida que espera transmitir a los demás y poder lograr un cambio en el mundo que habitamos.


    Hace ya algunos años que nadie ve a Martiniano Molina en la tele, usando sus filipinas de chef  y su delantal negro (o blanco, o amarillo, o rayado) y apareciendo en el medio de la cocina de alguna ama de casa, siempre con un pote de Casancrem en las manos. Cara y voz de esta marca durante 6 años, Martiniano renunció en el momento en que su vida dio un giro rotundo, un giro que lo acercaba más a la tierra, a las huertas, a alimentos más sanos y naturales. No fue su primera renuncia, ni la última.

    Empezó a trabajar en “Movete con Carmen” en 1999 y desde ahí saltó de canal en canal, el 9, el 13, el 11, el canal especializado en comidas ElGourmet. "Las Brasas", "Martiniano Express", "Dar en el Plato", "Asador Urbano y Sabor Argentino" fueron algunos de sus programas y, curiosamente, aunque ya los haya abandonado, Martiniano parece seguir teniendo un lugar en el Canal, allá en el sitio web de ElGourmet. Diferentes formas de pensar, diferentes formas de ver y entender la alimentación lo alejaron de aquellos caminos; el único camino que se cruzó con el suyo fue el de “Manifiestos de la Tierra”, un programa que se estrenó en el 2011. Desde canal Encuentro y con 8 capítulos, Martiniano nos muestra como cultivar y trabajar la tierra en diferentes lugares de la Argentina con el objetivo de aprender a convivir y relacionarse armónicamente con los seres vivos y con el medio ambiente en el que habitamos.

    También abandonó “Columna del asador” en el diario La Nación y el Colegio de Cocineros Gato Dumas, del que fue uno de los fundadores junto a su mento, el cocinero Carlos Alberto “Gato” Dumas. Comenzó a aprender con él cuanto tenía 25 años, mientras todavía cursaba la carrera de psicología y jugaba al handball, deporte que lo llevó a Japón (Mundial del ’97) y a Italia. Es a su papá Jorge le debe el primer encuentro con el Gato Dumas.

    “La familia influye y uno todas esas cosas las va bajando a su vida, seguramente las va bajando para lograr lo que uno quiere con el mundo” cuenta Martiniano en una pequeña entrevista al hablar de las primeras motivaciones que lo llevaron a cambiar su manera de vivir. Un abuelo paterno político que toda su vida laburo de cara a la sociedad; una madre homeópata “de la línea de la medicina un poco más saludable, un poco más  natural”; un padre farmacéutico pero también político, Jorge Molina, concejal del Concejo Deliberante de Quilmes. Un padre que todavía sigue viviendo en el mismo lugar a orillas del río de Quilmes, en una casa donde al lado luego construiría su propio hogar Martiniano. Hecha de chapas y madera, con su propia huerta en el fondo, la comparte con su mujer Eliana Luetic, joven, simpática, licenciada en Comunicación Social y periodista. 

    A 100 metros de su casa se encuentra el jardín de infantes “Jardín de la Aurora”, surgido entre un grupo de padres que querían que sus hijos aprendan a través de la pedagogía Waldorf, una forma diferente de educar a los niños. Pedagogía que se basa en la concepción del ser humano según la antroposofía y que pretende proveer al niño de lo que necesita según su momento evolutivo y no según lo que la sociedad espera de él, una pedagogía que hace de los juegos una forma de enseñar. El Jardín de la Aurora consiguió su espacio a la vera del río gracias al terreno donado por Martiniano, quien es ahora parte de él y amigo de todos los padres, un jardín que busca transformarse también en una escuela de nivel primario y secundario.

    Esos mismos padres son quienes organizaron y llevaron a cabo junto a Martiniano la ExpoFeria Nacional de la Sustentabilidad en el partido de Berazategui. “Esta expo la pensamos como el encuentro de un montón de trabajos llevados a cabo por los diferentes sectores que estén laburando el tema de la sustentabilidad”. Diferentes sectores del Estado, como la Secretaria de Medios Ambientes, municipios, empresas privadas, ONGs, fundaciones, universidades, organismos sociales o simplemente individuos; todos ellos tienen su lugar en la expo nacional.

    Una exposición realizada en el Centro de Actividades Roberto de Vicenzo, donde los 10 días de laburo imparables se dejaban ver sin problemas; afuera una feria de productos orgánicos y naturales, en uno de los gimnasios obras teatrales para niños, una sala de charlas y presentaciones, en el salón central un stand al lado del otro, presentando desde canastos de mimbre hasta autos eléctricos. En todos los lugares de vez en cuando se escuchaba por los parlantes la voz de Martiniano, que invitaba a los diferentes talleres o avisaba de la charla que iba a suceder sólo en cuestión de minutos.

    Parece ser que a Martiniano y también a su mujer les gustaba probar los productos e inventos del lugar; mientras él, alto, de espalda ancha, la cabeza rapada y de camisa a cuadros se transportaba por la feria sobre una moto blanca que funcionaba a base de electricidad, Eliana, incluso con sus tacos, se montaba a una bici y paseaba entre los stands. Los dos nunca dejaron de saludar y de hablar con todos los que los frenaban, ya sea en sus transportes improvisados o cuando iban de acá para allá resolviendo algún temita de la organización.

   El camino en el que está hoy lo llevó a organizar y concretar esta ExpoFeria que tiene como principios generar un espacio de encuentro e intercambios de saberes que permitan transitar hacia una sociedad y una economía sustentable; una expo que uno de los pasos necesarios para alcanzar la sustentabilidad en todos sus sentidos.

   Terminando la entrevista, parado al lado de una barra de venta de comidas vegetarianas que no dejan de salir, con cocineros que no paraban de hablar con él, Martiniano nos resumió en pocas palabras su forma de ver la vida: “Hoy estamos en este camino, mañana va a ser otro, va a haber nuevos desafíos .Hay que ser más responsables con lo que nosotros generamos y utilizamos, ser más comprometidos y poder dejarles un mundo mejor a los que vendrán”.


sábado, 9 de noviembre de 2013

Berazategui se vistió de verde

  En las angostísimas calles  del partido de Berazategui conseguir estacionamiento fue una verdadera travesía, autos por doquier y una cantidad exorbitante de gazebos donde se vendían productos artesanales y orgánicos, artesanías, frutas, verduras y todo tipo de artículos no industriales, cubrían la entrada de la ExpoFeria Nacional de la Sustentabilidad que se llevó a cabo desde el día 7 al 10 de Noviembre en la Municipalidad de Berazategui (provincia de Buenos Aires) en el Centro de Actividades Roberto De Vicenzo, de 10 a 21 hs. con entrada libre y gratuita.

  Un grupo interdisciplinario de profesionales, académicos, empresarios y referentes de ONGs vinculados con las distintas expresiones de la sustentabilidad; el cocinero, escritor, conductor de televisión y ex-jugador de handball Martiniano Molina; y el conductor de televisión, empresario y periodista Rubén Mundel, fueron los impulsores y organizadores de esta ExpoFeria. La misma se realizó con el objetivo de “realizar un aporte al proceso de desarrollo económico y social argentino en el marco de la sustentabilidad; generar  un espacio de encuentro en el que se comuniquen e intercambien conocimientos, saberes, voluntades y compromisos ante los desafíos que supone transitar hacia un desarrollo económico y social sustentable; contribuir a la formación de redes entre empresas, organizaciones y gobiernos cuyas acciones tengan como principios la sustentabilidad reconociendo la diversidad de posturas  y las oportunidades que conllevan; conocer sobre la producción orgánica, desarrollos tecnológicos, industriales, y culturales con la intención de contribuir a la mejora de las condiciones de vida humana y el cuidado del planeta.”

  La entrada  al salón principal, que abarcaba un Auditorio y un Gimnasio, no se distinguía… eran tantos los gazebos que cubrían la vereda del Centro de Actividades  que uno quedaba algo mareado pero, previendo esta situación, un numeroso grupo de organizadores con remeras azules y unas credenciales colgando del cuello  se encargaban de evacuar las dudas de los transeúntes desorientados.  Al ingresar al salón percibí un importante aroma a lo que parecía una mezcla entre café y tierra; había una gran cantidad de expositores de varios productos ubicados de manera desestructurada pero prolija, uno al lado del otro, dejando espacio para que la gente pueda circular cómodamente y  cada uno con una temática propia: aquel que exponía artículos con madera, por ejemplo, tenía su espacio ambientado según su correspondiente actividad, y esto se repetía con cada uno de los expositores.
  Adultos mayores, otros no tan mayores, jóvenes y niños recorrieron la feria; los más “cholulos” persiguieron a Martiniano Molina para sacarse fotos con él o simplemente lo miraron con disimulo y murmuraron con el de al lado; aquellos con hambre pudieron disfrutar tanto de la comida de los gazebos del exterior como de la que se servía adentro, que era vegetariana y costaba entre 20 y 30 pesos el plato.
  Caminando por la feria me encontré con la realización en vivo de vitrofusión: con un soplete empotrado en una mesa una señora rubia de unos 50 años, concentradísima, realizaba canutillos de vidrio para un público de 10 personas aproximadamente, entre ellas un niño de unos 8 años que miraba perplejo el show y le hablaba a su papá de lo increíble que le resultaba el paso de estado sólido a casi líquido del material. También estaban las bicicletas sin pedales, un emprendimiento de un joven de 35 años llamado Ezequiel Lasnier que realiza, junto con su novia, unas bicicletas rodado 12 para niños de 2 a 5 años hechas en madera artesanal con las cuales el niño, al no contar con pedales que lo propulsen, tiene que usar sus piernas para tomar envión y mantener el equilibrio. Según el folleto que reparte Ezequiel, estas bicicletas desarrollan la motricidad del niño, generan equilibrio y permiten el desarrollo de la confianza y la autonomía, además de ser de un material orgánico.
  La Expo contó con una feria orgánica; charlas explicativas sobre los productos de cada expositor; actividades lúdicas para niños: talleres de cocina, huerta biológica, talleres de reciclaje y energías renovables, música, teatro y títeres; la presencia de organismos oficiales como la Secretaría del Medio Ambiente y el  INTA, entre otros, vinculados al área de energías renovables, ambiente y sustentabilidad; ONGs, empresarios, dirigentes sociales, voluntariado social; también la participación de los artistas Adrián Berra y La Chilinga; multiplicidad de talleres; y charlas de concientización. 



 Zotalis, Melina.